Ayer conseguí conectar con el móvil del bubi, la primera vez en meses, pues hasta su llegada a Smara cobertura era una palabra de extraño significado.
La voz de Alex que tantas veces había oído sonaba (lo juro) diferente. Más alegre si cabe pero sobre todo más relejada, cómo una caricia.
Chus toda energía y fuerza, intentó explicarme sus sensaciones de recién llegada. En medio de sonidos metálicos e interferencias, me llegaba su entusiasmo, su chorro entrecortado de palabras y anécdotas. Y cómo un rumor lejano, una voz desconocida con sonido de arena y suave cadencia, le iba apuntando, corrigiendo, aportando datos y una risa tímida a la conversación: acunándola.
Era Larosi, al que por primera vez escuchaba hablar después de tanto tiempo de conocerlo. Tenía mucho que decir, me enviaba saludos, pero rehusaba ponerse al aparato hasta que Chus le espetó un -venga Larosi ponte que te quieren dar un abrazo- y entonces casi susurrado oí un -Hola Luisa muchas gracias, muchos abrazos a Gonzalo y Javi, y tan rápido como vino se retiró.
La voz de Alex que tantas veces había oído sonaba (lo juro) diferente. Más alegre si cabe pero sobre todo más relejada, cómo una caricia.
Chus toda energía y fuerza, intentó explicarme sus sensaciones de recién llegada. En medio de sonidos metálicos e interferencias, me llegaba su entusiasmo, su chorro entrecortado de palabras y anécdotas. Y cómo un rumor lejano, una voz desconocida con sonido de arena y suave cadencia, le iba apuntando, corrigiendo, aportando datos y una risa tímida a la conversación: acunándola.
Era Larosi, al que por primera vez escuchaba hablar después de tanto tiempo de conocerlo. Tenía mucho que decir, me enviaba saludos, pero rehusaba ponerse al aparato hasta que Chus le espetó un -venga Larosi ponte que te quieren dar un abrazo- y entonces casi susurrado oí un -Hola Luisa muchas gracias, muchos abrazos a Gonzalo y Javi, y tan rápido como vino se retiró.
Si Larosi no existiese, además de un acierto en la logística y en la relación con los profesores, nos habríamos perdido el momento que se produjo el lunes pasado cuando al entrar en una madrasa, esperando a los niños en el polvoriento patio, un BUBISHER de carne y alas se posó sobre su homónimo de cuatro ruedas cargado de libros. Larosi sorprendido y encantado, avisó a Chus y Alex para que disfrutasen del mágico momento que se estaba produciendo.
Chus lo contaba como si el mismo Espíritu Santo se hubiese posado sobre el camión, fue una gozada oír esta anécdota contada por Chus y autentificada por la risa de Larosi.
Me dio tanta pena estar sentada en este sillón...
Ilustración de Silvia Galván.
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