Es difícil escribir aquí, porque lo que me gustaría contar no cabe y lo que debería, tampoco. Haremos un apaño y tiro millas.
¿Qué puedo contar que no sepáis los que ya habéis ido o que no imaginéis los que iréis? Puede que yo encarara la experiencia de un modo un tanto peculiar. En junio del año pasado no sabía ni dónde estaban los campamentos, en Septiembre, a penas había visto unas cuantas fotos. A mediados de este mes, el 9, me subí a un avión con Sofía, Gonzalo y Palma, en mi cabeza una idea más que equivocada.
Tenía la oportunidad de ir a un sitio nuevo, una cultura diferente, vivencias... Era un lugar que me apetecía conocer tanto como cualquier otro que se me hubiera cruzado en el camino. Iba con la idea de pasarlo bien, quedarme con una buena experiencia y no volver. Vamos, el perfecto modelo de"antivoluntario".
Lo que hicimos allí está en algún lugar de este blog: Robo en Barajas, reuniones, risas, nuevos voluntarios... Supongo que la arena, la gente o vayan ustedes a saber qué me hicieron suya; sé que suena mal pero ya dije al principio de este texto que no se puede explicar con palabras.
La primera semana batallé con la melfa y aprendí a saludar en hassania, en la segunda, me parecía entender conversaciones -probablemente fuera verdad- y no pensaba en ponerme la melfa, simplemente la tenía puesta desde que sonaba la oración de madrugada hasta que me enfundaba debajo de las mantas en el patio de Darjala. Sí, estaba en Farsía, en el barrio que por aquel entonces sólo era mío.El tiempo pasa, o pasó, o pasaba. No lo sé. Todos os habéis enfrentado -o en breves- al problema del reloj en Smara, no se deja domesticar, ni siquiera describir... podría decir que allí viví los segundos más lentos de mi vida y las semanas más rápidas. Sí, podría decir eso, o mil cosas más, pero ninguna de ellas sería del todo cierta.
La vuelta (sólo) fue un duro regreso. Ahora, hace poco más de una semana que he vuelto a volver y la sensación es muy diferente; parecida a cuando me voy de casa, me cuesta marcharme pero sé que voy a regresar. La llegada a Smara de este último viaje también fue distinta, creo que nunca se puede llegar al mismo sitio dos veces, o al menos, no de la misma manera...
¿Qué puedo contar que no sepáis los que ya habéis ido o que no imaginéis los que iréis? Puede que yo encarara la experiencia de un modo un tanto peculiar. En junio del año pasado no sabía ni dónde estaban los campamentos, en Septiembre, a penas había visto unas cuantas fotos. A mediados de este mes, el 9, me subí a un avión con Sofía, Gonzalo y Palma, en mi cabeza una idea más que equivocada.
Tenía la oportunidad de ir a un sitio nuevo, una cultura diferente, vivencias... Era un lugar que me apetecía conocer tanto como cualquier otro que se me hubiera cruzado en el camino. Iba con la idea de pasarlo bien, quedarme con una buena experiencia y no volver. Vamos, el perfecto modelo de"antivoluntario".
Lo que hicimos allí está en algún lugar de este blog: Robo en Barajas, reuniones, risas, nuevos voluntarios... Supongo que la arena, la gente o vayan ustedes a saber qué me hicieron suya; sé que suena mal pero ya dije al principio de este texto que no se puede explicar con palabras.
La primera semana batallé con la melfa y aprendí a saludar en hassania, en la segunda, me parecía entender conversaciones -probablemente fuera verdad- y no pensaba en ponerme la melfa, simplemente la tenía puesta desde que sonaba la oración de madrugada hasta que me enfundaba debajo de las mantas en el patio de Darjala. Sí, estaba en Farsía, en el barrio que por aquel entonces sólo era mío.El tiempo pasa, o pasó, o pasaba. No lo sé. Todos os habéis enfrentado -o en breves- al problema del reloj en Smara, no se deja domesticar, ni siquiera describir... podría decir que allí viví los segundos más lentos de mi vida y las semanas más rápidas. Sí, podría decir eso, o mil cosas más, pero ninguna de ellas sería del todo cierta.
La vuelta (sólo) fue un duro regreso. Ahora, hace poco más de una semana que he vuelto a volver y la sensación es muy diferente; parecida a cuando me voy de casa, me cuesta marcharme pero sé que voy a regresar. La llegada a Smara de este último viaje también fue distinta, creo que nunca se puede llegar al mismo sitio dos veces, o al menos, no de la misma manera...
Habrá más, que aún queda mucho.
De momento, os dejo una foto del reencuentro de dos de los grandes del Bubisher.
Inés
3 comentarios:
Gracias-shukran por compartir esos sentimientos con quienes visitamos al BUBISHER.
Gracias por este blog tan maravilloso. Para los que estamos por aquí, este miercoles tenemos una cita en Valladolid:
I Jornada Saharaui en Valladolid:
http://voluntariamente.wordpress.com/2010/02/22/i-jornada-saharaui-ingenieria-sin-fronteras/
¡Cuánto he lamentado no poder asistir. Da la casualidad que el miércoles, es el único día que trabajo de tarde. Me hubiera encantado acudir.
La p´roxima será
Feli
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