¿Qué hay más? ¿arena en el desierto o estrellas en el cielo?
¡Bubisher, bubisher! gritan los niños del campamento de Smara al ver pasar el camión del Bubisher.
¡Adios gordito! me dicen algunos avezados en el descaro. Y es verdad. Gordito. En el Sáhara no está de moda la gordura masculina. Los niños y niñas me preguntaban con sincera curiosidad ¿qué guardaba dentro de semejante buche? y, en el mercado de la ciudad no encontré camisas de mi talla. Iberia decidió dejar una de mis maletas con algunos libros, la ropa y los regalos en Alicante. Así que me pasé una semana con la misma camisa, lavada, eso sí, aunque no tanto, sin poder comprar una camiseta siquiera. Casi me quedo con una de Beckham pero no. Preferí lavar la mía.
Hoy hace una semana que comenzó mi viaje a Smara. Llegué el sábado en una noche de luna muerta y me hice pequeño al rozar mi mirada con el cielo agujereado. ¡Han venido todas! dijo un día en mi casa mi sobrino. ¡Han venido todas! pensé al ver aquel cielo. En Smara están todas. Allí se muestran como si nada millones y millones de lucecitas que puedes tratar de unir con rayitas o simplemente dejarte asombrar. Mirar para arriba se me hizo gozosamente obligatorio cada una de las siete noches. Silencio y fascinación. No está mal para iniciar el descanso.
Aunque para suerte la de encontrarme con Mª Jose y Marga, dos oscenses que ya llevaban una semana de trabajo con el Bubi y me pusieron al día en un periquete y de dos más uno, salimos tres.
El bubi tiene una historia muy bonita, pero es mejor que la leáis en su web bubisher.com
Los amaneceres en Smara son naranja intenso con una luz muy blanca. Es de día y la wilaya canta. Se oyen los niños en la calle, la llamada al rezo, las voces que saludan y se llaman.
Así uno se despierta abriendo los ojos, el oído y el resto porque enseguida viene el desayuno.
A nivel práctico:
Por la mañana, el bubi se traslada a la puerta de un centro escolar con el que tiene concertada la visita. En mi semana hemos estado en dos escuelas de primaria y una de secundaria. Allí, dependiendo del curso, se realiza una actividad u otra de animación a la lectura y acercamiento a los libros. Se realizan también tareas de formación de usuarios, préstamo y carnets. En las dos mañanas que estuvimos en secundaria hicimos más de sesenta y se prestaron como si fueran churros.
Contar en un sueño con ruedas lleno de libros es algo emocionante. Los grupos de cada aula, se dispersaban por el suelo. Siempre con ganas y eso es un lujo. Daryhala es la bibliotecaria de las mañanas y es genial ver cómo se ríe cuando escucha los cuentos. El bubi se llena de palabras, de miradas, de tensión, de risas y de algún que otro baile y se queda enseguida pequeño.
La ruta por los centros está programada para todo el curso escolar, con los grupos y las actividades. Otro lujo.
Parada en casa para comer. Bueno, para parar, hacer la comida, comer, recoger, descansar y charlar.
Por las tardes toma el relevo Memona. Más pequeña que Daryhala pero toda energía. Cada día El bubisher aparca en un barrio cercano a la escuela de la mañana. Se abren las puertas y la chiquillería viene y pinta y lee y recorta y mira y habla y se llama y pega y escribe y dice y señala y borra y coge y ríe... En estas tardes también se cuenta, y se canta y se baila y se deja uno contagiar por ese hervor que se genera. Y también se prestan libros. Muchos.
Después cae la noche, cena cenita cena y charla que te charla. Hubo tres noches especiales que luego cuento. Pero en todas uno se queda relamiendo los rincones bellos del día.
A nivel emocional todo cambia y toma una dimensión mucho más grande.
¿Por dónde empezar? Pues por qué no, por lo que significa el Bubi. Todo un sueño. Un sueño que lleva rodando ya tres años. Un sueño que junta a un montón de gente de aquí y de allá, gente con ganas. Un sueño al que me trae Gonzalo Moure, un soñador con cara de marino calmo.
Así el viaje se hace emocionante desde el principio. Pero luego está el llegar y encontrarte con María José, y Marga, con las que poder compartir lo que no entendemos y lo que nos sorprende. Dos oscenses (de interior) a las que le debo mucho de la comodidad y la tranquilidad de las que he disfrutado. Me han viciado a un juego de cartas llamado continental, que es un poco lioso pero adictivo. Pero sobre todo me han viciado a las conversaciones en grupo con la luz apagada. Las palabras fluyen de otra manera, como hacía tiempo.
Daryalha y toda su familia (su madre, su hermana, su sobrinillo, su hermano, su prima, su primo, su...), familia en la que uno entra, sin más dificultad que la de tropezar con los tensores de su jaima, o dejarte la frente en el marco bajo de la puerta del patio. Ellos son los más cercanos y con quienes se tiene un gustoso contacto diario.
La familia de Daryalha es un regalo. Con ellos he ido de compras, he mirado cómo preparar un cous cous de carne de camello, he disfrutado del té y de su preparación, he visto cómo se levanta una jaima y he preguntado mucho de lo que no comprendía y siempre acabé entendiendo...
Daryalha es sorprendete y genial. Su mirada se pierde entre las del resto escuchando los cuentos. Y cuando cuenta, su cara dice más que sus palabras. Claro que yo tampoco entiendo el hassania.
El bubisher lo lleva y lo trae Larossi, aunque cuando llegué estaba enfermo, pero enseguida se recuperó y nos condujo de aquí para allá. Larossi es una mano tendida. Por suerte ya no fuma y es todo sonrisa.
Memona es toda energía, ya lo dije. Energía para todo, para hablar, para reír, para moverse, para acoger. Energía de la buena, de la que uno se recarga también. Memona es otro regalo.
Hassania es la lengua que hablan en Smara aunque también se estudia árabe, inglés y español. Bachir, un hombre guapo y amable, venía a tratar de enseñarnos su lengua. Yo disfruté una noche nada más pero resultó la mar de interesante. La lengua va tomando sus ritmos y explicarlos con otra lengua no debe ser fácil. Después mantuvimos una conversación la mar de interesante. Un lujo. Bachir vino también a la noche del Bubi, donde se realiza una tertulia, en este caso sobre la oralidad.
No quisiera dejarme a nadie, Bethu, Hamida, primas de Daryalha y Memona, amigos y amigas de ambas, la muchacha del erizo... Ha sido emocionante recibir tanto abrazo que suman uno así, en tan pocos días. Y ni mucho menos me dejo al apoyo desde españa: Luisa, Gonzalo, Palma y Ricardo ahí estaban. Y los anteriores voluntarios y voluntarias, entre ellas gente querida como las bibliotecarias de Las Rozas...
Luego está el entorno. El campamento está levantado en un lugar hinóspito y bello. Sol, viento, polvo, cabras comiendo papel, corrales hechos de retales, casas de adobe, jaimas y un horizonte redondo que lo abraza todo. Es una vida extrema. ¿Se concibe la idea de unos campos de refugiados para 30 años? Se depende del suministro de agua. En cubas. Y a partir de ahí todo lo demás.
Lo que resquebraja los adentros es que este lugar no lo ha elegido este pueblo. Su lugar, su casa, su tierra, queda a kilómetros de aquí. Muchos. Y allí viven ahora otras gentes.
A pesar de ello, la belleza no se oculta y se asoma con los naranjas de la tierra o con las miradas negras de los niños. En Smara hay mucha inmensidad.
Una noche, Daryalha y Memona nos llevaron con unos amigos al desierto. Ver atardecer en un mar de arena es algo que no se olvida. En land rover navegó por las dunas hasta llegar a la elegida. Un té, un día que se apaga, el cielo volcado hacia nosotros y un cuento.
Y el silencio. Regreso a casa más grande de lo que me fui, de hecho la camiseta de Kukusumusu que me ha acompañado en este viaje me viene más estrecha. Regreso lleno de calma y me encuentro con la barbarie a la que someten/emos a este pueblo. Unos activamente, otros pasivamente. Treinta y cinco años de vergüenza son más que suficientes. Así que sumarse a alguna iniciativa de protesta para dejar constancia de nuestra repulsa, nunca está de más. Busca en tu ciudad, seguro que hay alguna movilización u acción y muévete por una tierra que queda tan cerca como Canarias y que sus gentes lo merecen.
¿Qué hay más? ¿arena en el desierto o estrellas en el cielo?
En el Sáhara uno aprende a contar, a respirar, a escuchar y a dejarse fascinar.
Félix Albo: http://felixalbo.blogspot.com/
10 comentarios:
Gracias por este regalo Félix. Ha sido un gran placer tenerte como voluntario en el Bubisher.
Desgracidamente, la vida no es un cuento de hadas. Pero, por fortuna, existen personas como tú.
Me ha encantado leerte.
Palma
Es un relato precioso que me traslada a Smara, a sus noches, sus amaneceres, sus gentes...¡tantas vivencias se agolpan de repente...!
Gracias por tus palabras Félix, he vuelto a revivir todas las emociones del viaje a los campamentos, hace dos meses estaba allí.
Ana
Gracias a vosotr*s por la oportunidad. Dejo trabajo por hacer para tener razón y volver.
Un placer compartir y sumar. El Bubisher tiene que rodar por encima de los baches que la política va poniendo en el camino.
Me encanta seguir leyendo que todo marcha. Qué el bubi y el desierto han cautivado a Félix también.
Y es que el Sáhara atrapa.
Ojalá que no se necesiten más voluntarios del desierto, ojalá que pronto tomemos el té todos juntos mirando el mar.
Un beso grande.
Inés*
Gracias por tu relato Félix, es una maravilla leerte, a mi también me has transportado allí de nuevo. Un abrazo fuerte.
Ruth
Sin duda -y contestando a tu pregunta, Félix- te diré que yo ví mas estrellas que arena, brillantes muy brillantes casi quemando la retina. Están en sus ojos, en sus corazones y creo que algunas quedan en el cielo.
Sin duda -y contestando a tu pregunta, Félix- te diré que yo ví mas estrellas que arena, brillantes muy brillantes casi quemando la retina. Están en sus ojos, en sus corazones y creo que algunas quedan en el cielo.
daryalha dice: Muchisimas gracias por todo lo que nos has enseñado Hemos aprendido muchisimo de ti, no se como agradecerte todo.espero verte pronto.besossssssssss
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