Una Mactaba cualquiera en los Campamentos.
Después de varios intentos fallidos (por el siroco, porque se hizo tarde, por el siroco otra vez, porque nos entretuvimos por el camino, por el mercado, los recados, las cartas a repartir de los españoles, uno que viene, otro que va ...) conseguimos abrir el Bubi en la daira de Hausa, en Smara. Entre las 6 y las 8 de la tarde, en esas horas en las que la hamada se vuelve más amable por los colores dorados que va adquiriendo. Es impresionante cómo se alargan las sombras a estas horas.
Habíamos tenido una mañana encantadora con Hadi, la primera mujer profesora de español con la que me encuentro, y sus alumnos de 4º en la escuela Valencia. Con todos ellos descubrimos cómo se dice Biblioteca en Hasaniía: MACTABA. Quedan bien en la pizarra las dos palabras, una en hasanía y la otra en español. Libro (uno solo) se dice Lektab y libros (muchos) se dice Lektub.
Bueno, a lo que iba. Que aquí se pierde en hilo fácilmente. ¡Habría tantas cosas qué contar!
Que llegamos con nuestro camión biblioteca hasta Hausa. Aparcamos, abrimos las puertas. Como hacía algo de viento y algo de frío para los saharauis, extendimos la alfombra en el mismo camión y pusimos varias cajas encima de nuestros mejores álbumes ilustrados. Y nada más. Poco a poco, o de repente, según se mire los niños aparecen. Y las no tan niñas también. Todos miran. No hace falta invitarlos a subir. Están en su casa, en su barrio. Nosotros somos los extraños. Suben la escalera, cogen los libros de las cajas, se sientan en las alfombras. Y se cuentan, se ríen. Leen los libros al revés, cómo si estuvieran en árabe. Cambian los libros, cogen otros. Esto parece cualquier biblioteca española a estas horas de la tarde.
10, 20, 30, 40 ... niños, ¡a ver si no vamos a caber! No sé cuántos estamos apretujados, con los libros entre las manos. Una maraña de piernas, manos, cabezas, libros ... que no venga nadie más... que se nos hunde el barco. Memona nos trae los artilugios del te y le decimos que suba al Bubi a prepararlo. Sólo esto le faltaba a nuestra biblioteca móvil saharahui, la ceremonia del te, dentro, con todos los niños del barrio leyendo, también dentro.
¡Tendríais que verlo! ¡Todo un espectáculo!
Mientras Memona prepara el té en la parte de atrás, entre las estanterías, nosotros nos mezclamos con los libros y los peques. Alex le cuenta a una preciosa criatura el cuento El color de la arena, un poquito él, un poquito ella. Tirsa (recién llegada) se engancha con Blancanieves y las niñas más mayores y yo me quedo en otra esquina con los mejores elementos: niños descalzos con caras curtidas, desquebrajadas por el sol y el aire, pero con esos ojos ... con los mejores ojos y sonrisas del mundo. Y allí no hemos liado con el Pirata de Lata, un barco en el cielo, para acabar jugando con el ritmo de las palabras de algunos versos vegetales. Para animar un poco el cotarro y descansar de tanto prestar atención, nos ponemos a cantar canciones saharauis.
Muchas risas.
El sol caía, los niños iban desapareciendo. Alex sacó sus malabares para el final de la fiesta.
El té de Memona nos reconfortó la voz, quebrada por el constante viento. Nos dio calor.
Comentamos la jugada.
Otro ratico más. Recogimos y otra vez, contentos, para casa.
Nos espera la estupenda cena de Lamira, un poco de baile y conversación.
¿Alguien da más? Chus Juste
3 comentarios:
Chus, leemos desde Zaragoza tus crónicas y nos emocionan. Sigue contando porque nos da vida. Gonzalo está por aquí y estos días se hablará del bubi en muchos lugares de Aragón. Muchos besos y muchas gracias.
Noticia urgente: Zuera ha desaparecido del mapa por causas desconocidas. Se ruega a quienes trabajen en alguna de sus dependencias oficiales que se queden todo el año en su destino actual. Stop.
Animo chus quien abre un libro abre la puerta de la libertad, y tu eres "nuestra ama de llaves".
Publicar un comentario