Hoy sale hacia Smara un grupo de voluntarios. Ya hemos perdido la cuenta, así de memoria, del número de viajeros de este año, tantos y tan buenos han sido. Cada uno con su cargamento de sueños, iniciativas: ideas propias y programa común. Todos ayudando a Daryalha y Memona, los dos motores principales de este Pájaro de la Buena Suerte.
Carlota, Sergio, Inés, Luisa y Javi. Cinco nombres, o algo más. Gente nueva, como Carlota y Sergio, dos repetidores, Inés y Javi. Y Luisa. Ni repetidora, ni tampoco nueva.
Luisa Sánchez ha sido durante estos dos cursos quien más ha trabajado en el Bubisher, pero las circunstancias (dos pequeñas circunstancias) no le habían permitido aún viajar a los campamentos. Por su mano han pasado absolutamente todos los voluntarios, desde el ya lejano inicio, en el 2008. Y no sólo eso: ha mantenido el blog con Enrique (casi 50.000 visitas), administra el Facebook de apoyo a Aminetu (casi 15.000 usuarios) ha colaborado en el plan de las escuelas de este año (A por el mar), y ha estado siempre en todo. Es obvio que aprovechamos su viaje para hablar de ella, que no nos lo permitiría de estar al pie del cañón, en Vigo.
Inés G. Aparicio, uno de los fichajes más importantes del Bubisher, estuvo ya este mismo curso y ha dejado una huella inolvidable en Smara. Nuevo miembro vitalicio de la familia de Daryalha, inspiradora de los mejores sueños de muchos jóvenes del campamento, que aún hablan de “la saharauía que es nasaranía”, o al revés: de la española que es saharaui. “¡Chica, cúbrete la cabeza”! le gritaba algún hombre mayor en el mercado, cuando la mehlfa se le deslizaba sobre los hombros, creyendo que era de allí. Con su mussuak entre los dientes, siempre atenta a cualquier detalle que fotografiar, con una cola de chicos dispuestos a posar para elegir al más guapo de Smara. O rodeada de niños intentando descubrir en un pack de leche los misterios de la luz y la imagen. Y con ella, una nueva adquisición, su amiga Carlota.
Y Javier García. Javi, vaya. Fueron muchos los voluntarios del primer curso, cuando aún tanteábamos en la oscuridad. Y todos importantes. Pero Javi, que fue quien más tiempo estuvo allí, y prácticamente desde el principio, intuyó algunas cosas que marcaron el presente: las tardes del Bubisher son su principal aportación, un descubrimiento que llevó derecho a Memona y sus mágicos atardeceres. “Dejad que los niños llenen el Bubisher”, es más o menos la idea. Un campo ideal para que cada nuevo voluntario, como Sergio en este turno, desarrollen sus propias ideas, fuera ya del programa que fielmente se cumple por las mañanas en las escuelas. Quién sabe qué aportará este año, y quién sabe lo que va a disfrutar en las noches del Bubisher, en nuestra jaima.
Un viaje tan envidiable, en suma, que no es extraño que esta tarde haya un auténtico comité de despedida en el aeropuerto: Zahra, Palma, Ana Julia, Sofía, Carmen Lourdes (que se incorpora ya muy pronto), Ricardo, Limam, e incluso otros que todavía no han dicho “me voy” , pero quién sabe.
Suerte en los vuelos de Air Algerie, mucho más inseguros (y caros, y antipáticos) que el vuelo firme y alegre del Bubisher. Que “ajbar eljeer”, que nos trae las buenas noticias. Os espera un mundo apasionante, poblado por millares de niños.
3 comentarios:
Ya llegaron. Están la mar de felices. Con una maleta menos, la de Inés, que se quedó quién sabe dónde. Luisa dice que la emoción fue indescriptible cuando entró en el Bubi por primera vez, Javi se sintió en casa de nuevo, Carlota y Sergio ya están absolutamente integrados. Y Memona y Daryala felices de compartir estos días con sus amigos.
Y, por cierto, el viaje fantástico. Los dos vuelos salieron a la hora y hasta Luisa consiguió dormirse en el de Argel- Tindouf.
Palma
¿Alguien sabe algo de Julia? Debe de haber llegado hoy, y estará durmiendo. ¡Hay que darle el recibimiento que se merece! Dos meses, y cosas muy importantes hechas por ella, con su galaico-saharuidad, negociaciones con los ministros...
Si nos lees, ¡Bienvenida! Y llama, por favor.
G.
Gema y Mª José han llegaod bien, muy contentas y con ganas de contarnos muchas cosas, pero con calma, que todavía llevan el ritmo sahararui encima.
Me hubiese encantado estar presente cuando Luisa vió el Bubi por primera vez.
Besos. Bea
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