Piedras, jaimas, casas de adobe, depósitos de agua y cabras. Son los elementos que más se repiten en los campamentos de refugiados saharauis donde hemos pasado estos días. Esto hace que sólo puedas fijar tu atención en la gente que, para mí, es donde reside toda la riqueza de este lugar. El Bubisher aparece entre tanta monotonía para cumplir con su cometido: repartir felicidad. Creo que la felicidad en estos campamentos esta ligada a la esperanza que, en definitiva, es lo que mantiene a esta gente viviendo en un lugar así.
El trabajo en el Bubi ha resultado ser distinto al que me imaginaba, y esto es algo importante para los próximos voluntarios que se apunten. Todos llegamos al campamento cargados de energía. Yo hubiera querido estar todas las mañanas en clase de 10 a 2 y abrir el Bubi en los barrios de 4 a 7, y lo mismo le ocurría a mis compañeros, más aún sabiendo que solo estaríamos una semana.
Tuvimos que aprender que las cosas no funcionan de esa manera. Al llegar a un colegio, primero nos tienen que recibir. Luego nos indican a qué clases podemos entrar. Al ser 7 voluntarios, formamos 3 equipos y entrábamos uno en cada clase. Allí termina la cosa, ¡sólo una sesión!. Te quedabas con ganas de más, pero no podía ser. Resulta que a partir del mediodía hacía tantísimo calor, que hasta las 6 recomiendan no salir de casa. Muchas veces quebrantamos la ley para entrar en el Bubi y dedicarnos a limpiar y ordenar libros. A las 6:30 abríamos el camión y desplegábamos las alfombras para los niños del barrio y el tiempo pasaba volando hasta que anochecía.
En definitiva: una experiencia fugaz, pero muy enriquecedora para las dos partes. La relación con la familia que nos acogió y con los compañeros, pusieron la guinda a un viaje en el que recibí tanto o más de lo que ofrecí.
Os animo a todos, aún hay mucho que hacer.
Fernando Lope. Wilaya 27 de Febrero. Abril 2009.
3 comentarios:
Gracias, Fernando. Por lo hecho, por lo dicho, y por lo escrito. Sois vosotros, los pioneros del Bubisher, los que estáis formando el futuro. Es verdad, da mucho coraje poder hacer más, tener que conformarse con poco. Pero siempre lo hemos dicho: sólo convenceremos a los saharauis de la importancia de la labor del Bubi cuando, y perdón por la aparente redundancia, cuando les convenzamos de la importancia del Bubi. Palmo a palmo, aula por aula, niño por niño. Cuando sean los propios niños los que pidan a los maestros la llave para poder abrir todos esos cofres aún cerrados, todos esos libros rebosantes de sueños. De momento, dejan entrar a estos nasara un poco chiflados a un aula; llegará un día que ellos mismos nos pedirán que entremos en todas. Y por eso vuestro trabajo, el de todos los voluntarios que habéis iniciado la andadura del Bubisher I, es tan importante, tan fértil, tan lleno de futuro.
Un abrazo para todos.
Gonzalo.
La cooperación es así, siempre te quedas con ganas de poder hacer más y sobre todo de que recibes más de lo que das. Hay que seguir el ritmo de ellos para que no se quede en un proyecto que hubo un día sino hacerlo propio de ellos y darle continuidad.
Exacto: recuerdo cuando aún usábamos vinilos y poníamos los discos de 33rpm a 45. La música podía ser la misma, pero sonaba mal.
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